La aparición favorable de este asteroide en 2016 ha sido una buena ocasión para realizar un estudio fotométrico en profundidad del mismo.
Durante muchos años, los astrónomos sospecharon que algunos asteroides podrían ser cuerpos binarios que viajan por el Sistema Solar acompañados por otro asteroide o bien por algún pequeño satélite. Esta idea, que se sustentaba en las leyes de la física, en la existencia de cráteres dobles en la superficie de la Tierra, así como en el destello final que se había observado en algunas ocultaciones de estrellas por asteroides, permaneció en el ámbito teórico de la astronomía, ya que no se había constatado de manera directa su existencia. Durante las últimas tres décadas del siglo pasado algunos observatorios realizaron grandes esfuerzos por detectar estos objetos binarios, todos ellos con resultados espurios. Hubo que esperar hasta el año 1994 a que la sonda Galileo detectara un pequeño cuerpo rocoso orbitando alrededor del asteroide Ida. Con este hallazgo se inició una nueva etapa en la exploración del Sistema Solar.