Per aspera ad astra
La empresa SpaceX tiene, como objetivos fundacionales, revolucionar el acceso al espacio y facilitar que la humanidad sea una sociedad multiplanetaria. Y para estos fines tan ambiciosos, el desarrollo del sistema de lanzamiento Starship/Super Heavy es una piedra angular. Concebidos como la evolución del exitoso cohete Falcon 9, que realmente ha revolucionado en los últimos años la industria espacial con la recuperación y reutilización de las primeras etapas de su cohete, los primeros prototipos de Starship han realizado recientemente sus primeros vuelos atmosféricos a gran altitud desde la base de SpaceX en Boca Chica, Texas, justo en la frontera con México.
Con una altura de unos 50 m, los prototipos SN 8 y SN 9, propulsados cada uno por tres motores Raptor de oxígeno y metano líquidos, despegaron los días 9 de diciembre y 2 de febrero, respectivamente, demostrando su capacidad de alcanzar más de diez mil metros de altura, maniobrar y descender de manera controlada. En ambas pruebas, sin embargo, la fase final del aterrizaje suave no funcionó con éxito estrellándose y explotando.
Recordemos que, en todo desarrollo de un nuevo cohete, y en especial de uno tan novedoso como el Starship, los fallos son parte del aprendizaje. El camino a las estrellas es difícil, como dice la famosa frase latina con la encabezamos este texto, pero si algo nos ha enseñado la empresa de Elon Musk en los últimos tiempos, es que son tanto capaces como tenaces.
Aún sin compartir el excesivamente optimista calendario de SpaceX acerca del desarrollo y utilización de este cohete (que solo es la segunda etapa de una primera etapa gigantesca, la Super Heavy, aún en construcción), los saltos de estos dos prototipos nos han hecho soñar a lo grande. Los años veinte que acabamos de empezar prometen ser apasionantes.