La prolífica sonda interplanetaria de la NASA Voyager 2 ha sido la única, hasta la fecha, en visitar Urano, sobrevolándolo el 24 de enero de 1986.
Cuando comenzaron a recibirse las primeras imágenes del globo del planeta, los científicos quedaron un poco decepcionados: no había ni una sola característica destacable en la superficie. Era como una bola de billar azul, sin más. Los científicos de la misión habían estado muy mal acostumbrados con las impresionantes nubes y tormentas de la atmósfera de Júpiter y los portentosos anillos de Saturno que años atrás les había mostrado la sonda, tal y como ya vimos en artículos anteriores. De ahí que en el título de este apartado hayamos denominado «anodino» al pobre Urano. Si bien, aunque la Voyager apenas registró dinamismo meteorológico en su visita al planeta cerca de su solsticio de 1986, durante su equinoccio del año 2007, desde grandes telescopios en tierra, como el Keck, se detectaron nubes, óvalos y vientos de hasta 225 m/s. A pesar de estas observaciones, la atmósfera de Urano continúa siendo la menos activa de los planetas gigantes.