Una prodigiosa coincidencia hace que en nuestro sistema planetario doble podamos admirar un hermoso fenómeno como es el del eclipse de Sol: aunque nuestra estrella es 400 veces más grande que la Luna, resulta que está 390 veces más lejos, provocando que el disco lunar se acople en el solar y lo cubra por completo pero sin sobrepasarlo.
Sin duda somos afortunados porque dicha extraordinaria circunstancia, única en el Sistema Solar, nos permite disfrutar de tan maravilloso acontecimiento astronómico.
Un eclipse de Sol ocurre cuando la Luna se interpone entre el Sol y nuestro planeta, ocultando total o parcialmente el disco solar. Los eclipses solares solamente se producen, por tanto, en fase de Luna nueva, en el momento en que desde la Tierra la vemos en la misma dirección que el Sol. Aunque no en todas las fechas de Lunas nuevas hay un eclipse de Sol: en algunas de ellas nuestro satélite pasará por encima del disco solar en el cielo y otras por debajo, sin que llegue a ocultar ninguna parte de él. La razón de este hecho reside en la inclinación de la órbita lunar con respecto a la de la Tierra. Tan solo cuando los tres cuerpos (Tierra, Luna y Sol) están perfectamente alineados sucede un eclipse de Sol, y esto ocurre cuando la Luna está en las proximidades de la denominada línea de nodos, que ya tratamos al hablar de los eclipses de Luna.