En el año 1980, Vera Rubin publicaba, junto a sus colaboradores del Instituto Carnegie de Washington, un artículo fundamental para la historia de la astrofísica. En él presentaba las curvas de rotación de un grupo de veintiún galaxias espirales obtenidas a partir de datos espectroscópicos. La discrepancia entre las observaciones y la teoría llevó a Rubin y sus colegas a concluir que la masa de las galaxias espirales no se condensa en la región central y a proponer la existencia de un tipo de materia no-luminosa más allá de los límites visibles de las galaxias. La idea de la materia oscura ya se conocía como posibilidad teórica desde los años 30 (Fritz Zwicky había inferido su presencia analizando el cúmulo de galaxias de Coma), pero el artículo de Rubin fue la primera evidencia sólida de su existencia.