In Memoriam José Luis Comellas
Escribo esto en un día lluvioso. Las noches están pobladas de nubes silueteadas por una increíble Luna que de vez en cuando asoma entre algún claro. Y todos los astrónomos estamos un poco huérfanos, y muy tristes desde el pasado viernes 23 de abril. Con una inevitable sensación de pérdida, pero, de forma reflexiva, también con cierto alivio y alegría, porque, aunque nuestro querido Profesor José Luis Comellas nos ha dejado para iniciar otros viajes lejanos, también pudimos en vida agradecerle todo lo que nos había enseñado y transmitido, y su pasión y alegría por los astros de la bóveda celeste.
No voy a hacer enumeración de sus logros. Solo nombrar su Guía del Firmamento, o su Catálogo de Estrellas Dobles, es ya mérito suficiente en el que generaciones de astrónomos aficionados nos hemos deleitado y aprendido. Valga solo un calificativo: Sabio. José Luis era un Sabio, en la acepción humanística del término: sencillez, humildad, ganas de transmitir, poder de comunicación y una personalidad que lo llenaba todo sin querer destacar. Abarcaba, como buen neo-renacentista, me atrevería a decir, todos los campos: música, historia, astronomía, meteorología, navegación… pocas cosas se le escaparon. Y un delicioso narrador de anécdotas de su vida.
Tuve el honor, la inmensa suerte, desde la lectura de niño de los artículos en la columna de un diario en su edición sevillana de una Asociación decana, su adorada Albireo, a ser elegido presidente de esta y, además, compartirlo con la Presidencia de la Federación de Asociaciones que llevaba su nombre, Cielo de Comellas. Porque realmente, el Cielo era suyo. Él lo amó y lo describió como nadie. Nos hizo amarlo como él. Recayó sobre mis hombros durante algunos años una inmensa responsabilidad.
Mis compañeros y yo, y de todas partes de España, nos empeñamos en rendirle homenaje, que sintiera el agradecimiento de todo lo que había hecho por nosotros. Estuvimos en su casa, organizamos plantadas en su nombre, homenajes, ciclos de conferencias y la revisión de su catálogo (2014) que recibió con sumo agrado y placer. Por no mencionar una calle con su nombre en Sevilla.
Sí, escribo esto finalmente satisfecho. Sé que ha iniciado su nuevo viaje feliz. Los que le queremos –en presente– se lo demostramos en vida. Pero es que los astrónomos somos raros. Y nos gusta agradecer en vida la dedicación, la humildad. Y la sabiduría.
Hasta luego, Profesor. Siempre estarás con nosotros.
Francisco Carlos Soldán Alfaro