Historias de cuerpos lejanos

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Representación artística del planeta enano Haumea y su anillo. (IAA/CSIC/J. M. Madiedo)

Historias de cuerpos lejanos

El estudio de los cuerpos no planetarios que habitan los confines del Sistema Solar se ha visto revolucionado gracias a medidas térmicas y ocultaciones estelares. Ambas técnicas nos han dado gratas sorpresas, como el inesperado descubrimiento de que los anillos no son solo propiedad de los planetas gigantes.

Medir cualquier propiedad física de objetos, como los Transneptunianos (o TNO de sus siglas en inglés), que se encuentran a más de 30 unidades astronómicas (au) de la Tierra (¡más de 4500 millones de kilómetros!) es todo un reto. En primer lugar, por el bajo brillo de estos objetos (de magnitud 17,5 el más brillante, que es Haumea, exceptuando Plutón) y, en segundo lugar, porque no es posible, en general, resolver desde tierra estos cuerpos no planetarios. Algunos de los más grandes, como Eris (o Éride en castellano), Haumea o Varuna, sí pueden llegar a resolverse desde tierra usando radiotelescopios o desde telescopios orbitales, pero llevando al límite la capacidad de resolución actual. Lo mismo se puede decir de los Centauros, que no están tan alejados como los TNO, ya que tienen órbitas comprendidas entre las de Júpiter y Neptuno, pero que tienen tamaños mucho más pequeños que estos.

Pablo Santos Sanz

 

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