La Luna es un cuerpo carente de atmósfera que ha sufrido el bombardeo continuo por proyectiles de origen diverso. Explicamos las enseñanzas que esos meteoritos y las muestras del Apollo nos aportan sobre la evolución de nuestro satélite.
La Luna es un motivo de fascinación constante para los amantes de la astronomía. Nuestro satélite ha estado sometido a un bombardeo intenso a lo largo de los eones que, de hecho, nos ha permitido cuantificar el flujo de cuerpos que recibe la Tierra. El estudio de nuestro satélite posee una importancia extrema desde un punto de vista cosmogónico, tal y como vinieron a demostrar las primeras misiones Apollo y Luna de retorno de muestras. Sus materiales sólidos aportan una información valiosísima para la comprensión de la evolución de nuestro propio planeta dado que podemos considerar al sistema Tierra-Luna un planeta binario en el que ambos cuerpos han sufrido una aportación similar de materiales exógenos. Mientras que buena parte de la historia de la Tierra ha estado marcada por una atmósfera densa y una actividad ígnea, la Luna ha sufrido siempre el bombardeo meteórico sin atmósfera ni el procesado impuesto por un volcanismo extensivo ni tampoco por la tectónica de placas.
Josep M. Trigo, Eloy Peña, Albert Rimola, Jordi Ibáñez y Jordi Sort
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Astronomía Julio-Agosto 2022- Edición digital
Astronomía Julio-Agosto 2022 – Edición Impresa