Doble entrega en el número especial de julio/agosto de la serie de las constelaciones zodiacales, dedicadas a las más importantes del verano: Escorpión y Sagitario
La estrecha y alargada constelación de Scorpius es la tercera más pequeña de todas las del Zodíaco. La encontraremos siempre mirando al horizonte sur, aunque desde latitudes peninsulares se eleva muy poco, de modo que su presencia en el cielo dura escasas horas. No tendremos dificultad en reconocerla pues la típica figura con la que suelen dibujarse o enlazarse sus estrellas más destacadas tiene forma de una letra «S» mayúscula, que recuerda la cabeza, cuerpo y cola de un escorpión con su temible aguijón.
Sagittarius es la sexta constelación más grande de las del Zodíaco y la podemos ver mirando al horizonte sur, incrustada en la Vía Láctea, esa densa franja blanquecina saturada de estrellas que en la estación veraniega corona todo el cielo de sur a norte. Precisamente, en la dirección de Sagitario se encuentra la región central de la galaxia que habitamos y cuando dirigimos nuestra mirada a esta constelación, estamos mirando hacia el núcleo de nuestra Galaxia. Por eso, la Vía Láctea alcanza allí, en la zona de Sagitario, su mayor brillo y densidad.