El artículo de portada de la revista del mes pasado trataba sobre el mayor telescopio solar del mundo, el DKIST, en la isla hawaiana de Maui, y que empezará a operar este próximo verano. Sin embargo, no hemos tenido que esperar hasta entonces para poder ver la «primera luz» de este nuevo instrumento. A finales de enero se hicieron públicas las primeras imágenes tomadas con el DKIST, y son un solo un avance de lo que estará por venir.
La imagen adjunta es la de mayor resolución jamás obtenida de la fotosfera solar, y abarca un área de unos 36 500 kilómetros de lado –51 segundos de arco en el Sol–, y en ella se pueden resolver detalles de solo unos 30 km de tamaño. La fotografía, en la longitud de onda de 789 nanómetros, muestra en todo su esplendor la turbulenta granulación solar, esa estructura de celdas o «granos de arroz» producto de la convección del interior de nuestra estrella y que hace que el plasma caliente ascienda a la superficie. Cada gránulo tiene del orden del tamaño de la península ibérica, por lo que nos podemos hacer una somera idea de las colosales dimensiones de estas celdas convectivas. Los gránulos aparecen separados por líneas oscuras que no son más que las zonas donde el plasma que se enfría vuelve a descender al interior solar. En estas líneas oscuras distinguimos unos puntos brillantes, asociados a los campos magnéticos, y que nunca se habían observado con tanta nitidez como hasta ahora. Precisamente son estos puntos brillantes los que se cree que canalizan la energía a las capas más externas del Sol como la corona.
Si este es el aperitivo de lo que nos puede mostrar el DKIST, los platos principales de seguro que van a revolucionar la heliofísica.