Poner un punto de partida en un artículo que analiza el arte y la astronomía resulta cuanto menos complejo. Ambos conceptos han acompañado al ser humano desde sus más remotos orígenes, pero ¿dónde empezamos? Muchos teóricos sitúan el nacimiento del arte en la antigua Grecia. Sin embargo, no debemos perder de vista que la arqueología prehistórica tiene su propio concepto de arte y sería poco considerado en este artículo pasar por alto, aunque sea brevemente, el mayor periodo de la historia del arte, que abarca unos 25 000 años de nuestra existencia.
No existe una datación exacta sobre cuándo el ser humano estableció un contacto consciente con la esfera celeste, pero cabe suponer que el Sol, la Luna, los cometas, planetas y las estrellas han llamado la atención de nuestros predecesores desde que tuvieron uso de razón. Y metiéndonos en materia de arqueoastronomía, es interesante mencionar los estudios de Martín B. Sweatman y Alistair Coombs, quienes descubrieron el pasado año 2018 que en el paleolítico europeo contaban con un avanzado conocimiento de los equinoccios, el paso de cometas o que ya en esta época utilizaban animales para representar las constelaciones.