El astrolabio muestra el triunfo de la técnica en su sentido griego. Materializa la conquista de los cielos por parte de la humanidad. El trabajo de siglos enteros se plasma en un objeto que contiene el secreto del movimiento de los astros. Desde los trabajos de los grandes matemáticos y astrónomos griegos, Apolonio, Hiparco… en los siglos III y II antes de Cristo sobre la proyección estereográfica, hasta el primer tratado sobre el astrolabio de Theon de Alejandría (el padre de la célebre Hypatia) en el siglo IV de nuestra era, se fue fraguando el pequeño aparato que permitía conocer el movimiento de los cielos de una manera sencilla. El reconocido poder asociado a ese instrumento le confirió siempre un aura de misterio y de autoridad. Se decoró, además, para que fuese un instrumento bello.