Decía Hugo Gernsback que la ciencia ficción era un encantador romance entremezclado con el hecho científico y la visión profética. Desde Johannes Kepler, también ha sido el puente que ha unido ciencias y humanidades, y que nos ha permitido conocernos mejor a nosotros mismos, así como nuestro lugar en el universo.
A menudo me preguntan cuándo nació la ciencia ficción, y, si fuera completamente honesta, me limitaría a responder que no lo sé, porque es posible que lo hiciera en el mismo momento en que el primer homínido miró hacia las estrellas, se sobrecogió ante la belleza del firmamento y le embargó el sentido de la maravilla. Sin embargo, lo que suelo contestar es que nació en algún momento entre 1593 y 1634, periodo de tiempo que vio nacer las tres leyes de Kepler a la par que su Somnium sive Astronomia lunaris. Y es que, hasta esa fecha, aunque las preguntas que nos planteábamos sobre nuestro lugar en el universo seguían siendo las mismas que antaño, la Revolución científica empezó a cambiar nuestra forma de tratar de buscar las respuestas.
Gisela Baños
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Astronomía Junio 2022- Edición digital
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