¿Chatarra o arqueología espacial?

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Los restos del paracaídas y escudo de Perseverance, vistos desde el helicóptero Ingenuity. (NASA/JPL-Caltech)

La imagen adjunta fue tomada por el helicóptero Ingenuity de la NASA el pasado 19 de abril en el transcurso de su vuelo número 26 sobre el cráter Jezero, en Marte. Obtenida a unos ocho metros de altura, la cámara del pequeño dron volador capta los restos del escudo térmico trasero y el paracaídas que protegieron y frenaron el descenso del róver Perseverance –y del propio Ingenuity en su panza– en la atmósfera marciana el 18 de febrero de 2021.

Catorce meses después, el helicóptero ha volado sobre el pecio destrozado de parte de una nave interplanetaria, un lugar que, en un futuro, puede que sea considerado no únicamente como chatarra sino quizás como arqueología espacial. No es la primera vez que una sonda visita en Marte los restos de sus sistemas de aterrizaje; el róver Opportunity hizo lo propio con su escudo térmico en el año 2004, y el róver chino Zhurong también fotografió de cerca su paracaídas y escudo el pasado año. Estas imágenes sirven para evaluar el estado de esas piezas de ingeniería tras su uso, lo que puede redundar en información útil para futuros diseños de nuevos métodos de descenso.

Pero no solo en Marte la exploración humana ha ido esparciendo residuos: hay naves robóticas que se han posado suavemente en Venus y la Luna, sondas que se han estrellado en Mercurio o desintegrado en las atmósferas de Júpiter y Saturno, y vehículos que descendieron sobre lugares tan exóticos como asteroides, cometas o un lejano satélite de Saturno, Titán.

Toda esta chatarra espacial dispersada a lo largo y ancho del Sistema Solar no es algo inútil, pues nos hace darnos cuenta de la trascendencia histórica de estos restos. Y son importantes porque nos recuerdan lo que podríamos querer conservar en el futuro: nuestros primeros pasos como especie más allá de nuestro pequeño punto azul.