Candidatos a habitar otros mundos

Impresión artística del sistema TRAPPIST-1 (ESO/N. Bartmann/spaceengine.org)

Aunque los primeros exoplanetas que se detectaron mostraban unas características tan distintas a las de nuestro planeta que hacían impensable la posibilidad de que albergasen vida, cada vez es mayor el número de cuerpos parecidos a la Tierra que se descubren en la zona de habitabilidad de sus estrellas y en los que pudiera haber vida.
La búsqueda de vida en el universo está condicionada por la que conocemos en la Tierra; es probable que incluso fuésemos incapaces de identificar como tales otras formas de vida distintas a las nuestras. Sin embargo, lo que sí parece claro es que cuando la vida surge, debe hacerlo en formas muy simples que posteriormente tendrían la capacidad de evolucionar hacia otras más complejas. En la Tierra, organismos procariotas como bacterias y arqueas fueron sus únicos habitantes durante 1500 millones de años. Hoy en día son ubicuos, representan un porcentaje muy importante de la biomasa del planeta y a través de su participación en los ciclos de la materia permiten la vida del resto de los organismos. Si queremos buscar vida extraterrestre, lo más factible es que esta sea microbiana. Y en este contexto, los extremófilos, microorganismos capaces de vivir en condiciones hasta hace poco impensables para la vida, toman un particular interés.