Quizás la pregunta que más fascinación ha generado en los seres humanos de todas las épocas sea la de si estamos solos en el universo. Ya en la antigua Grecia, en los siglos VI y VII a.C., filósofos como Tales de Mileto o Anaximandro argumentaban la existencia de un cosmos lleno de planetas, alguno de los cuales podría contener vida. Algo más adelante, en el siglo V a.C., Anaxágoras fue el primero en plantear un origen cósmico para la vida. La argumentación era sencilla: si la vida de la Tierra no puede surgir a partir de la materia inerte que existe en ella, su origen debe estar en algún otro lugar, donde la transición entre la materia inanimada y la animada sí sea posible. Esta idea ha sido interpretada posteriormente como la primera enunciación de la teoría de la panspermia, la cual supone que los componentes de la vida, o incluso formas sencillas de la misma, se originaron en el espacio exterior, siendo distribuidos después por el resto del universo.