El baile de las luces del norte
En el siguiente artículo me gustaría explicar cuál ha sido mi experiencia desde que me planteo ir a ver auroras hasta que lo consigo, a fin de que, si vais a observarlas en los próximos meses, recibáis una información que considero muy valiosa. ¡Así que vamos a ello!
Para empezar, quisiera recordar de qué se trata este fenómeno: las auroras, tanto boreales en el hemisferio norte como australes en el hemisferio sur, son fenómenos luminosos en la alta atmósfera que ocurren debido a la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. El proceso comienza con la emisión de partículas cargadas, principalmente electrones y protones, desde el Sol. Este flujo de partículas es conocido como viento solar. Al llegar a la Tierra, el viento solar se encuentra con el campo magnético terrestre, que actúa como un escudo desviando muchas de estas partículas. Sin embargo, algunas partículas quedan atrapadas por las líneas del campo magnético y son conducidas hacia las regiones polares. Cuando estas partículas solares alcanzan la atmósfera terrestre, chocan con átomos y moléculas, principalmente oxígeno y nitrógeno. Estas colisiones excitan a los átomos y moléculas, elevando sus niveles de energía. Al volver a su estado original, liberan esa energía en forma de luz visible, creando las auroras. Los colores de las auroras dependen de los tipos de átomos y moléculas involucrados y de la altitud a la que se producen las colisiones. El oxígeno a altitudes de alrededor de 200 km emite luz roja, entre los 100 y 200 km emite en luz verde, y por debajo de los 100 km se emite en violetas y azules debido al nitrógeno.
Carlos Uriarte
Artículo completo en la revista de julio-agosto de 2024.