Hay dos tipos de ondas que nos llevan información sobre el universo: las ondas electromagnéticas y las gravitacionales. Viajan a la misma velocidad pero, aparte de eso, no podrían ser más distintas. Las ondas electromagnéticas –que incluyen la luz, las ondas infrarrojas, las microondas, las ondas de radio, las ondas ultravioletas, los rayos X y los rayos gamma– son oscilaciones de los campos eléctricos y magnéticos que viajan a través del espacio-tiempo. Las ondas gravitacionales son ondulaciones en el propio tejido del espacio-tiempo producidas por materia acelerada. Estas son ahora las nuevas mensajeras que nos permitirán abrir una nueva ventana al cosmos que podría revolucionar la compresión del universo en que vivimos.
Se dice que Galileo Galilei inauguró la astronomía electromagnética hace unos cuatrocientos años, cuando construyó un pequeño telescopio óptico, lo dirigió hacia el cielo y descubrió las cuatro lunas más grandes de Júpiter. En cambio, la primera detección de una onda gravitacional, procedente de la fusión de dos agujeros negros a más de mil millones de años luz de la Tierra, tuvo que esperar hasta septiembre de 2015 para ser captada por LIGO.